Los mares antiguos hacen buenos vinos. El año pasado ya hablamos de los vinos de la región de Burdeos. Ahora vamos a por un buen Borgoña en la etapa de hoy del Tour de Francia. Se trata de una contrarreloj de 25,3 kilómetros desde Nuits-Saint-Georges hasta Gevrey-Chambertin, en la región vinícola de Borgoña.
Mientras los ciclistas atraviesan a toda velocidad valles y viñedos, están recorriendo una notable historia geológica. Bajo sus ruedas se esconde una historia que se remonta a la época de los dinosaurios. Francia estaba sumergida bajo un mar cálido y poco profundo, muy parecido a las Bahamas actuales. Los restos de aquel antiguo mar adornan ahora las laderas, y desempeñan un papel crucial en la fama mundial del vino de Borgoña. Pero, ¿cómo influye exactamente la geología de Borgoña en sus vinos? Retrocedamos 200 millones de años para descubrir los secretos.
Terroir
El concepto de terroir -que comprende el clima, el suelo y las prácticas de vinificación- explica cómo influye la geología en lo que acaba en tu copa. El terruño de Borgoña es especialmente característico. La denominación Côte d’Or, donde el 60% de las uvas son Pinot Noir, se beneficia de un clima cálido y seco que produce constantemente vinos excepcionales.
Espera una copa de vino rojo rubí intenso con sabores a fresa y cereza, taninos suaves, acidez refrescante y, a veces, un toque de notas terrosas y de cuero. ¿Si prefieres el vino blanco? El Chardonnay ofrece tonos dorados profundos con sabores florales, de manzana verde y nuez. Aquí nos centramos en el suelo, donde algunos antiguos bichos dejaron su huella.
Criaturas jurásicas: el legado fósil
Hace unos 200 millones de años, Borgoña formaba parte de un vasto mar tropical. Es donde se formó la piedra caliza a partir de las conchas de carbonato cálcico de antiguos organismos marinos. Con el tiempo, estas conchas se acumularon, solidificaron y cementaron en piedra caliza. Se cree que esta piedra caliza aporta la acidez picante y la mineralidad distintiva por las que son famosos los vinos de Borgoña. A menudo se encuentran en estas rocas fósiles de conchas, crinoideos, ammonites, ostras y corales, legado de criaturas de una época en que los dinosaurios vagaban por las tierras cercanas.
No toda la piedra caliza es igual. Sus propiedades afectan significativamente al drenaje del suelo y, en consecuencia, a la calidad de la uva. Un buen suelo para viñedos debe estar bien drenado. La porosidad de la piedra caliza puede proporcionar excelentes vías para el agua, nutriendo las raíces profundas de la vid. En Gevrey-Chambertin, donde termina la contrarreloj, los suelos derivados de la caliza crinoide se desmenuzan con facilidad, creando suelos bien drenados perfectos para Premier Crus como Lavaux, Estournelles y Clos St Jacques.
Curiosamente, la piedra caliza de Comblanchien que se encuentra en Côte de Nuits, donde comienza la contrarreloj, es mucho más dura, pero aún así produce vinos excelentes. Estudios recientes sugieren que los rasgos denominados estilolitos -que antes se creía que impedían el flujo de fluidos- en realidad podrían facilitarlo. Lee más sobre el tema de los estilolites porque la ciencia de los antiguos mares y sus calizas también ayuda a elaborar vinos finos.
Envejece como el buen vino
Las rocas y los suelos de Borgoña han evolucionado a lo largo de millones de años mediante movimientos tectónicos, la construcción de montañas y glaciaciones, creando las condiciones perfectas para unos vinos de categoría mundial. Estos Pinot Noir son versátiles y se disfrutan tanto jóvenes como envejecidos. Aunque a los viticultores les parezca que el vino envejece durante eones, en términos geológicos no es más que un abrir y cerrar de ojos. El cuidadoso equilibrio entre el tiempo y los elementos de la naturaleza da como resultado vinos que pueden alcanzar miles de dólares por botella.
Hoy en día, cuando los ciclistas corren por Borgoña, no sólo compiten por ganar una etapa, sino que atraviesan un paisaje que cuenta una historia de antiguos mares, fuerzas tectónicas y el delicado arte de la elaboración del vino. Este terruño único es un testimonio de cómo la geología y la artesanía humana se combinan para crear algunos de los mejores vinos del mundo.
Bebe, saborea y reflexiona
Por fin ha llegado el momento de probar. Para nosotros durante el recorrido, ¿para los ciclistas quizá un vasito después? La próxima vez que disfrutes de una copa de Borgoña, recuerda los antiguos mares que sentaron las bases de estos finos vinos. Como cualquier vino exquisito, la geología de Borgoña ha envejecido con gracia, ofreciendo una mezcla perfecta de historia natural y tradición humana.
Así que, mientras los ciclistas atraviesan los valles a toda velocidad, levantemos una copa por el extraordinario terruño que hace que Borgoña sea verdaderamente especial. ¡Salud a los jinetes, al vino y a las rocas milenarias que lo hacen posible!
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