Mientras seguimos corriendo por las regiones volcánicas del centro de Francia, sacamos más chispas. Esperamos que el pelotón haga lo mismo.
Como decíamos: volcanes y chispas. La roca de lava no estará caliente bajo las ruedas, pero geológicamente, la lava fluyó y echó chispas en el paisaje no hace tanto tiempo. Algunos de los conos volcánicos que forman la “Chaine des Puys” tienen sólo 7.000 años. El estratovolcán inactivo pero explosivo Mont Dore, mucho más grande, tiene “sólo” entre uno y tres millones de años. Desde la bicicleta, los ciclistas divisarán un cono volcánico aquí y allá en el paisaje de la subida al Mont Doré. El Puy de Sancy, al este del Mont Doré, es el volcán más alto del Macizo Central, con 1885 m.
Un espectáculo
Durante el Cuaternario, que comenzó hace unos 2,5 millones de años (y aún continúa), esta parte de Francia fue escenario de violentas erupciones volcánicas. Fueron presenciados por pueblos prehistóricos en el Holoceno. El tipo de vulcanismo al que se enfrentaban es similar al de Islandia o al del volcán Etna en Italia. A veces era “efusiva”, con fuentes de lava de composición basáltica que producían ríos de roca fundida que fluían lentamente. Pero a veces también era explosiva, con enormes nubes de ceniza que acababan en lo alto de la atmósfera. Las corrientes “piroclásticas” se precipitan montaña abajo como una masa caliente de ceniza y roca, con todas las consecuencias que ello conlleva. Más información en la etapa 9.
Izquierda: erupción explosiva del Etna 2018(http://www.abc.net.au/news/2018-12-27/mt-etna-eruptions-trigger-earthquake-in-sicily/106693). Derecha: Volcanismo efusivo en el Etna (Por Salvo Orlando, http://www.sicilylandscape.com
Un estratovolcán como el Mont Dore tiene forma de cono y está formado por cenizas, coladas de lava y depósitos piroclásticos. Dado que este volcán es un poco más antiguo, los procesos de meteorización y erosión ya han redondeado la montaña. Ya no tiene el aspecto típico de un volcán como el Etna.
Investigación geoquímica
En la Vrije Universiteit Amsterdam investigamos la composición de las rocas volcánicas para comprender mejor cómo funciona un volcán. En realidad, un volcán es nuestro único acceso a la roca bajo la corteza terrestre en la que vivimos, el manto. Esa roca se funde y se eleva en el volcán. El intercambio de rocas y también de gases como el CO2 entre el manto y la atmósfera como resultado del vulcanismo es importante para nuestro entorno vital y el clima. Los volcanes nos demuestran que ese intercambio varía en función de su ubicación con respecto a las placas tectónicas. Aún quedan muchos volcanes por investigar desde el punto de vista geoquímico.
Pionera: Katia Krafft
Como se menciona en el blog de la Etapa 1, Katia Krafft fue una geoquímica pionera y admiradora de los volcanes. Con su pasión por observar volcanes, dio literalmente su vida por la ciencia y la sociedad.
Katia era francesa y nació en el valle del Rin, en Alsacia, en 1942. Su pasión y su visión del posible impacto de los volcanes en la sociedad la llevaron a cambiar cada vez más su trabajo de investigación por proyectos de divulgación. Junto con su marido realizó viajes imposibles para registrar el espectáculo volcánico y comunicar así a la población la utilidad pero también el peligro de los volcanes. El trabajo de Katia ha despejado zonas alrededor de volcanes activos y ha salvado vidas (por ejemplo, en la erupción del Pinatubo en Filipinas en 1991). Por desgracia, ella y su marido murieron en una nube de ceniza piroclástica durante la erupción del explosivo volcán Unzen, en Japón, en 1991.
La erupción de los volcanes del macizo central también pudo acabar con la vida de los pueblos prehistóricos. Al igual que Katia, querían ver el espectáculo volcánico desde muy cerca. Afortunadamente, no se producirá una erupción de uno de los volcanes franceses durante la etapa del Tour a Mauriac. El pelotón femenino tendrá que echar chispas.